
Fahrenheit 451"Qué placer era quemar.Qué placer especial ver las cosas devoradas, ver cosas calcinadas y transformadas. Empuñando con ambas manos la boquilla de latón, blandiendo la gran pitón que escupía queroseno venenoso sobre el mundo, sentía que la sangre le latía en la sienes y que las suyas eran las manos de un increíble director que acometía todas las sinfonías del fuego y fulgores para demoler los andrajos y las carbonizadas ruinas...